¿Por qué respirar por la nariz?
Respiramos alrededor de 25.000 veces al día, pero lo hacemos de forma automática y no nos damos cuenta del gran impacto que supone en nuestro cuerpo.
La forma en que respiramos nos impacta a nivel celular.
El adulto promedio solo usa el diez por ciento del diafragma.
La respiración superficial desde el pecho a veces sobrecarga el corazón, tensa los músculos del cuello y los hombros y te mantiene en un estado constante de estrés menor.
Por contra, los estudios demuestran que cambiar la forma en que respiramos puede influir en nuestro peso, rendimiento deportivo, alergias, el asma, los ronquidos, el estado de ánimo, el estrés, la concentración….
Ademas, la respiración nasal es más eficaz para crear cambios de energía:
Respirar por la nariz ayuda a controlar el aire y la energía que se necesitan según la actividad física que se realice. ¡Somos capaces de regularnos internamente!.
La respiración nasal es capaz de estimular el nervio olfativo, lo que transmite el impulso al hipotálamos, el cuál está conectado con la glándula pineal, asociado a la zona del tercer ojo.
Con la respiración nasal se regulan fenómenos endocrinos, metabólicos y relacionados con la reproducción y con la regulación del sueño y la vigilia.
Facilita el control del pH acelerando o ralentizando la respiración y evita la acidosis o la alcalosis respiratoria.
Contribuye a regular la temperatura y la humedad de senos nasales, cuerdas vocales y pulmones.
También influye en el aprendizaje y en la memoria.
Como dato curioso, te invito a experimentar con tu propia respiración. Además de empezar a respirar más lentamente y por la nariz, juego con tu propia ralentización o aceleración: Cuando te sientas lento y cansado, concéntrate en respirar por la fosa nasal derecha. Cuando estés estresado o agitado, respira a través de su izquierda.