Querida aventurero, querida aventura,

Bienvenidos una semana más a este espacio donde nos conectamos y nos experimentamos.

Hoy te traigo un tema que me aparece mucho en consulta. Es un tema que siento que lo tenemos sellado con fuego en nuestras venas. Tal vez por nuestra educación, nuestra cultura social y religiosa… LA CULPA….

Fíjate que una de las cosas que aprendemos de bien pequeñitos es a no hacer según qué, para portarnos bien, para que no nos riñan o no nos vean diferentes y raros. Cuando en realidad, lo que estamos aprendiendo es a mermar nuestra creatividad y nuestro instinto natural, sólo por hacer caso a unas normas, muchas veces no escritas, pero que se han ido transmitiendo de generación e generación. Normas que si las sientes de bien adentro y te permites explorarlas a fondo, sinceramente no les encuentras tanto sentido.

¿Qué problema hay en que un niño pequeño desee investigar la casa y tocar los objetos que tienes en  la mesa del comedor? ¿Qué problema hay en que ese mismo niño vaya por la calle y sienta la necesidad de pararse a observar una colonia de hormigas como trabajan afanosamente?  ¿Qué problema hay en que por la noche sienta el niño que no le apetece comer cierto alimento?

¿No es verdad que muchas veces te has sentido atraido/a por algún libro de casa de un amigo y le has preguntado por él, tocándolo? ¿O tal vez te has quedado mirando ojipláticamente una escena mientras te tomabas el café en el bar? O has sentido que algún alimento no te iba a sentar bien o no era el momento de comerlo y has desechado un plato?

Los niños pequeños están aún más conectados que nosotros con su sabiduría interior. Si quieren tocar cosas es porque es su forma de explorar, investigar, experimentar… (una opción para ti es adaptar el salón durante el tiempo necesario para que no suponga un peligro y estrés continuo para ambos). si se paran un tiempo a observar (cosa que luego reaprendemos con los años en las sesiones de mindfulness) es porque tal vez necesite una pausa en un agenda acelerada de actividades y sienta que a través de la mirada contemplativa se puede permitir parar,… 

Si siente que un alimento no es el momento de ingerirlo, probemos de hacerle caso por una vez…… a mí tampoco me gustan todos los alimentos del mundo y la verdad es que muchos me han ido gustando con los años,…cundo me he dado el permiso y la libertad de probarlos en sus diferentes texturas combinaciones y me he dado cuenta de que sí me gustaban más alimentos de lo que pensaba de pequeña, pero es que necesitaba tiempo, creatividad y darme la oportunidad sin tensión ni presión de probar…

¿Por qué te cuento todo esto? Porque desde pequeños nos vamos sintiendo culpables de sentir lo que sentimos, de hacer lo que instintivamente nos apetece y como la historia de la rana en la olla….cuando nos queremos dar cuenta, ya nos hemos desconectado de nuestra parte más esencial, vivimos según un modelo/patrón que nos han marcado y nos sentimos tremendamente culpables… porque en el fondo ciertas actitudes nuestras sabemos que no concuerdan con lo que expresémoos externamente. Somos incongruentes entre lo que sentimos y lo que hacemos.

Si con el tiempo, nos armamos de valor y hacemos alguna acción que no está bien vista socialmente, entonces entramos en lucha interna de por vida. ¿Qué hago? ¿lo que siento o lo que se supone que tengo que hacer? De ahí que entremos en el círculo vicioso de la culpa y el autocastigo, trastornos alimenticios, trastornos mentales y emocionales,…

Pero fíjate si estamos marcados que casi está bien visto sentirse culpable. A diario me encuentro sintiéndome culpable por pequeñitos gestos cotidianos,…no. no…¿te limpio el pescado, me decía la pescadera la semana pasada? Y yo, al ver que había seleccionado un montón de pescado pequeño para hacer caldo le dijo no , no..me sabe mal… ¿te imaginas? Así cada día. Al final, traté de ser consecuente y sí accedí a que me lo limpiara,… al fin y al cabo ella se sentía cómoda haciéndolo, formaba pare de su trabajo y yo aprendía a reconocer la culpa sin sobredimensionarla….

¿Sabes? Para no sentir culpa, me he pasado más de media vida ocupando un papel que no me correspondía. Me creé el rol de Marga puede con todo. Preferí asumir responsabilidad en exceso para no sentirme culpable por ocupar el espacio que sí me pertenecía. Me ocupaba con demasiado trabajo y me excedía en ofrecimientos para no culpabilizarme por lo que otros me pudieran hacer a mí también. Si en alguna ocasión me ofrecían sus servicios la respuesta era, no , no es que me sabe mal…. ¿Qué es lo que te sabe mal, Marga? Asumir tu verdadero papel? ¿Mostrarte tal como eres? ¿ Expresar tu autenticidad? ¿Darte el tiempo y espacio que mereces? ¿Qué merece cualquier ser humano para poder desarrollarse y ofrecer su mejor versión, su gran verdad?

La culpa nos reduce, la culpa nos hace cobardes, la culpa habla de una gran represión interna a no atrevernos a ser a no RESPONSABILIZARNOS de nuestros actos.

Da un paso adelante y responsabilízate de quién eres, de lo que sientes y muéstraselo al mundo, desde tu AUTENTICIDAD, desde tu verdad….

No te engañes más, sincérate y si te ayuda en tu  autogestión, como me ayudó a mí en su momento. Ante sentimientos de culpa dite “me amo, me acepto tal cuál soy y sé que en ese momento hice lo que hice porque no supe hacerlo de otra forma, no tenía más herramientas. Hice lo mejor que pude y supe con lo que sabía y sentía en ese momento”. 

El desarrollo transpersonal es aprender a crecer desde dentro, atravesándote, atreviéndote y amándote en cada etapa de tu vida.

Si te apetece compartirte, como siempre, te leo, te escucho, te siento.

Continuamos caminando juntos

Desde aquí y con valentía y autenticidad te deseo un precioso y fantástico día de presencia. 

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